Vestida de invierno, bajo el sol abrasador de Madrid en octubre. Y de verano, con la lluvia y las temperaturas más bajas de Oviedo. Es lo que tiene el otoño, que igual que en primavera, es difícil acertar con la ropa.

Así que la pobre debió pasar bastante frío, porque la víspera de la ceremonia, que llovía a cántaros, eligió para el concierto previo a los Premios un varela midi, azul noche, sin mangas, de escote cerrado, talle bajo y falda plisada evasé, con salones azules. La melena recogida en una coleta y los ojos muy maquillados. Con los brazaletes gemelos de Cartier y unos llamativos pendientes.

Y fíjate que tiene los brazos musculados, pero mucho más tonificados y menos esqueléticos que en otras ocasiones. ¿A que sí? Mejor.


En Asturias la Reina apareció con mejor color que nunca, vestida de primavera en este templado otoño y con los brazos más tonificados.
Sin embargo, lo que más favorece a una mujer, sea Reina o no, es sonreír. Si a los estilismos maravillosos, a los outfits ideales, los joyones de escándalo y el maquillaje siempre a la última les sumara una sonrisa sería el no va a más, Majestad.
Sin embargo, lo que más favorece a una mujer, sea Reina o no, es sonreír. Si a los estilismos maravillosos, a los outfits ideales, los joyones de escándalo y el maquillaje siempre a la última les sumara una sonrisa sería el no va a más, Majestad.
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