Después de ver a las famosas que ha elegido ¡HOLA! esta semana para aparecer entre sus páginas, he llegado a la conclusión de que (al menos a ellas) las faldas y vestidos largos sientan fenomenal.
Evitan muchísimas meteduras de pata: las de las medias, por ejemplo. Aquellas que llaman naturales son horripilantes. Resulta dificilísimo, agotador, misión imposible encontrar unas medias decentes que no sean negras. Si las quieres del tono de tu piel, no te queda otra que elegir entre las piernas de una chica mulata o las de enfermera. Es más, ¿existen medias naturales que no brillen, que no sean de espuma, que no tiendan a gris, ni a café con leche?
Con el vestido largo tampoco tienes que ver los zapatos, que hay cada uno...
Mira qué guapísima estaba Tamara en el 20 aniversario del Teatro Real. Con un vestido largo rojo, de cuello halter y brazos descubiertos, de Tot-hot. Acompañaba a su madre, también de largo, y a Mario Vargas Llosa. Tamara ha adelgazado mucho, llevaba un recogido y estaba súper favorecida.
¡¡Qué casualidad!! Allí coincidió con su padre y la mujer de éste. Como no estuvimos, no somos testigos de si se hablaron y de cómo se saludaron. Seguro que fenomenal: él es un caballero y Tamara una monada de niña.
Esther Doña se pasó un pelín con el modelinchis.
De acuerdo que tiene un tipazo, y que puede lucirlo, que le acompañan la edad y las medidas. Pero, hija, enseña por delante o por detrás; no todo de una vez.
Iba de largo, con un modelo de infarto. Con escotazo por detrás y por delante, de Rosa Clará en guipur negro. Eso sí, no sólo le queda espléndido; no tuvimos que ver ni sus medias ni sus zapatos: Esther es de las que pecan de no muy buen gusto.
Ideal, como no podía ser de otra manera. Carlota Casiraghi lucía este espectacular vestido de satén en tonos pastel y con cristales y pedrería en plata. Así apareció en la gala del Museo de Arte de Los Ángeles, con su novio Dimitri Rassam, pero ello posa como que si se estuviera derritiendo. ¡¡¡¡Chica!!!!, un poco más de salero.
Me gusta muchísimo la falda de Lorenzo Caprile que se colocó Doña Reina para la cena de gala con los presidentes de Israel. En blanco y negro imitando un mantón de Manila. Me encanta y la encuentro muy favorecedora. Eso sí, si la combina bien: con un sencillo top negro, y no con esa blusa horrorosa cruzada que eligió en 2004 en NuevaYork.
En esa cena de gala volvió a demostrar que es única asumiendo roles: en esta ocasión, el de perfectísima anfitriona, delicada, cariñosa y detallista. Es la otra faceta de nuestra Reina: la de madre preocupadísima ya la conocemos de los desfiles del 12 de octubre.
Y no me digas que no está bronceada: ¿serán toallitas, serán rayos UVA, será betacaroteno en pastillas?, ¿qué será? y los brazos, mucho mejor.
Por cierto, se ha dicho de todo por el mero hecho de que Doña Reina enseñara las rodillas durante la ceremonia de recibimiento al presidente de Israel, Reuvén Rivlin, y su esposa, Nechama Rivlin.
Muchos opinan que es un escándalo y en absoluto protocolario que llevara la ropa por encima de las rodillas. Y eso que tiene buenas piernas, que si no...
Así que ya te digo: mejor de largo.
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