lunes, 27 de noviembre de 2017

¡¡¡Felicidades, maestros!!!

Hoy, el día del maestro, es súper importante para los padres, porque cada jornada dejan a sus hijos en manos de los maestros. ¡¡¡¡Felicidades a todos!!!



No hay mayor acto de fe, confianza y generosidad que dejar lo que más quieres en manos de otra persona. ¿Y qué es lo que más quieres? Tus hijos. Por ellos darías tu vida; todo lo que tienes, eres y posees. 
Y como los maestros se quedan con ellos desde su más tierna infancia hasta la madurez, y pasan con ellos más horas que contigo, merece la pena cuidar, conocer y felicitar al maestro de tus hijos. 

¿Te acuerdas cuando tu profe era tu heroína?, ¿y cuando tu niño empezó a ir al colegio y entre llantos y berreos se calmaba sólo cuando veía aparecer a su maestra? ¿Y cuando unos años después asegurabas que te tenían manía, o cuando ponían examen si avisar o te sacaban a la pizarra y no te lo sabías? Y hoy, ¿qué piensas de los motes que ponen tus hijos al profesor, qué opinas de sus comentarios, de cómo hablan de ellos?  

Porque difícil tiene que ser: Acaso ¿conoces algún trabajo en el que sus clientes se hagan pis encima y no paren de llorar? ¿En el que te pongan motes, se rían de ti y no te hagan ni caso? ¿En el que a veces hasta los padres de tus clientes te dicen que ojito con su hijo y que no le castigues más, y que su hijo no hace tantos deberes? 
Aunque también es un trabajo en el que te adoran, te cuentan sus problemas, hablan de ti, te admiran y al cabo de muchos años aún te recuerdan. 

Todos los hombres y mujeres nos acordamos de los profesores que hemos tenido, y de muchos guardamos un recuerdo muy especial. Fueron una figura muy importante durante la infancia y adolescencia. 
Yo recuerdo a Sagrario, que nos daba gimnasia. A Pura; gracias a ella me gustaron las matemáticas durante dos cursos y llegué a entenderlas. De Rosario, ¡¡pobre, qué mal nos portábamos en su clase!!; de Marina, que decía que confundíamos gimnasia con magnesia... y de Pepa, de Loli, y de Margarita, que nos daba inglés en párvulas (ja, ja, ja, ja... párvulas) y hacía unos dibujos chulísimos en la pizarra y de Olga Ramos, que nos parecía guapísima.
Tantas y tan diferentes. 

¡Qué complicadísimo!: mostrarse agradable y cercano, pero con autoridad; disponible, pero con disciplina y cumpliendo horarios, temarios y normas del colegio. Nada blando ni excesivamente duro. No convertirse en su colega ni en un profesor ajeno a sus problemas. Aguantar que te pongan un mote, que te critiquen, que  te hagan caricaturas... Buffffff. 
Así que lo mejor: educar en el respeto al profesor y, sobre todo, en la comunicación. Que te cuenten tus hijos todo y ante la duda, preguntas.

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