Desde luego que no. Ni este libro es como otros. Nada que ver. Angelika Schrobsdorff narra la apasionante vida de su madre, una mujer judía de la alta burguesía de Berlín, que pasó por todo: desde la diversión más loca y desenfrenada hasta el sufrimiento más cruel y tremendo.
Es un libro difícil: a veces te engancha y otras, en cambio, estás tentada a dejarlo. Afortunadamente, mi amiga Marina, una gran lectora, me lo recomendó con estas palabras: "Es buenísimo. Lo leí este verano y hubo tardes en las que me quedaba disfrutando de mi libro: lloraba tanto que no quería ni salir a la playa".
Así que cuando estaba por dejarlo me acordaba de ella y de la buena crítica del libro y sí, al final, me gustó. No sé, hay veces que te cuesta una obra, que si la coges en otro momento quizá la devoras.
Es un libro de memorias y también de extremos, y no sólo porque unas veces te enloquece y otras te desespera, sino también por la narración. Narra la vida de Else Kischner una vida difícil y fácil, maravillosa y terrible; divertida, liberal, loca y triste, dura y cruel. Y porque unas veces la autora critica con dureza a su madre y otras la alaba y demuestra su gran amor por ella.
La novela arranca en el feliz Berlín de los años 20. Else es joven, inconformista, guapa y encantadora. Quiere vivir a tope, disfrutar y no perderse nada bueno, así que no duda en romper con su familia para casarse con un hombre católico. Entonces empieza a disfrutar del amor, de los hombres; a vivir como si cada día fuera el último, con pasión, de fiesta en fiesta, con desenfreno y exprimiendo la vida: amará a muchos hombres, y decide tener un hijo con cada uno de ellos. Ahí es donde reside su debilidad: en los hijos, como otras madres, la verdad.
Amor, amantes, amigos, amigas, hijos, padres, abuelos... la vida al final es eso y eso es lo que Else disfruta mientras puede. Bailes, fiestas, mansiones, teatro, amores, hombres, vestidos, noches... Pero se acaba de la noche a la mañana, sin apenas darse cuenta.
La última parte está llena de cartas que Else intencambia con su hijo en el frente, es la más dura: le toca vivir la persecución nazi, el exilio, la muerte, el alejamiento de los hijos, del hombre al que ama, la pérdida de amigos, del tren de vida que llevaba. Lo más valioso de todo lo que tiene y ha tenido es el amor de los hijos, pero cada uno ama a su manera y lo demuestra, también, a su manera. Y eso le hace sufrir muchísimo.
Es la narración de cómo bajar del cielo al infierno, de la felicidad al sufrimiento más amargo y terrible.
Parece que Angelika es dura con Else y que la critica constantemente, pero al final este libro de memorias, de cartas y de vivencias es un canto a las madres, que, sean como sean, sufren, y mucho, por sus hijos
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