Es lo primero que leo de Juanjo Braulio. Y me ha gustado tanto que pienso coger su novela anterior, de la que he oído que es buenísima. Incluso hay quien la califica de obra maestra.
Tiene muchos ingredientes para convertirse en uno de los libros del momento. Y no sólo porque se trata de un thriller, sino porque toca muchos temas de rabiosa actualidad, sobre todo el del feminismo. Es un libro de mujeres, con mujeres, para mujeres y escrito por un hombre.
En Sucios y malvados, ellas llevan la batuta. Mujeres que ocupan puestos de relevancia social, o mujeres que tienen cierta autoridad más allá de su puesto de trabajo, que luchan por la igualdad y contra la injusticia.
Se desarrolla en Valencia, sus protagonistas son cuatro mujeres de todos los ámbitos: la justicia, la sanidad, la policía, la psicología y la marginalidad. Y desde su lugar y sus capacidades cada una pone su granito de arena para luchar por las mujeres que sufren, contra el maltrato, la prostitución, la violencia de género, los abusos, la pederastia, cualquier tipo de crueldad, brutalidad, exceso o maldad... pero ellas también echan mano de una violencia tremenda.
Sucios y malvados tiene tal cantidad de subtramas, que necesitas papel y lápiz para hacer, al menos, un croquis. Parece que no hay conexión entre ellas, pero está tan maravillosamente hilado y planteado que todas las historias se conectan, y te llevan al nudo con facilidad y sentido común.
Con esta estrategia, y elementos como la música, Juanjo Braulio ha logrado una magistral novela negra. Una novela en la que una policía y madre soltera se las ingenia para investigar una serie de crímenes sin relación entre sí.
Asesinatos en los que se ven envueltos inmigrantes nigerianos, mafias rusas, pandillas de gitanos, mujeres caribeñas que se venden a la prostitución, jóvenes desorientados que se rinden a las drogas, expertos hackers, abogados poderosos y podridos de dinero que abusan de su secretaria, notarios viciosos... y el poder del dinero, de cualquier dinero, venga de donde venga. El retrato de una sociedad deprimente; la nuestra.
Un sociedad que parece haber aniquilado la dulzura y ternura de la mujer para que ella misma se tome la venganza de su mano y, sea como sea, haga pagar a los sucios y malvados sus abusos.
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