La ropa y los colores con los que uno se viste cada mañana dicen mucho de sí mismo y más, si eres un cargo político y más, en un momento como este, en el que están falleciendo miles de personas.
Por eso mismo no se puede entender que el presidente del Gobierno, tan dado a asomarse a la pequeña pantalla para no decir nada nuevo durante largas horas, no entendemos, digo, que aparezca en el hogar de millones de españoles luciendo corbatas de vivos colores, como rojas o verdes.
Un poco de solidaridad, de empatía con los ciudadanos, un gesto de amistad y de cercanía es lo menos que puede tener en cuenta a la hora de aparecer en la televisión.
Si no quiere ponerse una corbata de luto, porque cree que no le favorece, que no se la ponga, pero al menos que la elija azul o gris: estamos de luto. Estamos viviendo unos momentos tristes, negros, de enfermedad y de muerte.
Y si el presidente lo hace de este modo, su portavoz María Jesús Montero tampoco le va a la zaga: se presentó ayer, en la rueda de prensa después del consejo de ministros y ante las cámaras de televisión, de color rojo y junto a ella, Yolanda Díaz la ministra de Trabajo, de blanco inmaculado.
Porque ellas lo valen.
Menos mal que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha decretado luto oficial, ha puesto las banderas a media asta y nos ha pedido a todos un minuto de silencio cada días a las 12 del mediodía.
Va por ellos.
Va por los que faltan, por los que no han podido despedirse, por los que están luchando por su vida y por los que han perdido la batalla.
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