jueves, 14 de mayo de 2015

'La mujer que llegó del mar', demasiadas casualidades

La mujer que llegó del mar es un libro entretenido y ameno, facilón y lleno de casualidades, o sea poco creíble; poquísimo.




Martín es un escritor que rompe moldes con su primera novela. Pero ahora no logra escribir algo que merezca la pena. Viaja a Irlanda en busca de la inspiración. Y encuentra a Amanda, una chica que  además de robarle el corazón, se convierte en su musa: le cuenta la vida de su abuela para que la convierta en una novela.

La historia se remonta a la Alemania nazi. Una familia de judíos se ve obligada a huir y envían a sus dos hijos a casas de parientes fuera del radio de Hitler. 
A medida que más países se rinden a la autoridad nazi, la hija se ve obligada a huir en un barco, pero éste naufraga y ella aparece en Irlanda inconsciente, pero viva, con una biblia, unos diamantes y sin recordar nada de su vida.  
Una vida plagada de sufrimientos; seres queridos que desaparecen en una época peligrosa; rencorosos soldados nazis, mafiosos que tratan de destrozar su vida. Mucho odio, persecución, violencia, envidia, así como amistad, amor, fidelidad y honradez. 
A medida que la historia de la abuela avanza, la relación entre ambos se va estrechando. Y mientras son espiados, sufren persecuciones, accidentes, robos... incluso se producen una serie de muertes misteriosas a su alrededor. 
A mí me da que Mercedes Guerrero enreda tanto la historia, llega tan lejos, que para rematarla no le queda otra que resucitar a personajes claves en la vida de la abuela que ya dábamos por muertos. El final no es nada creíble: ¿personajes del principio del libro aparecen ahora, vivos y coleando, más de siete décadas después? Pues sí. Y no se hable más. 

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