El primer café de la mañana es una novelita corta, con aroma a café que te embarga desde la primera página. Transcurre en Roma, y la sencilla historia de amor que narra es la excusa para que Diego Galdino escriba lo que me ha parecido una original tesis sobre el café.
Alrededor de esta aromática bebida gira una historia de amor sin grandes tormentos. Comienza en un bar romano ubicado en la plaza de Santa Maria in Trastevere, donde se sirve todo tipos de café, y cuyo dueño será el enamorado.
Los personajes de la novela se catalogan según sus preferencias: café largo, café en vaso, café al ginseng, a la nutella, cortado en vaso y con vasito de agua, cortado caliente en taza de porcelana, capuccino, descafeinado largo de máquina, espresso...
Igual que en la vida real, que nadie toma el café igual que el de al lado: en vaso o en taza; con sacarina, azúcar o sin nada y eso, sólo para empezar, porque la temperatura y la cantidad de leche es súper personal.
La chica, una parisina loca por el té con rosas, acaba enamorada del café, de Roma y de él.
La novela acaba con una petición de matrimonio con aroma a café, nada de champán ni de rosas: "Yo sólo quiero tomar contigo el primer café de la mañana durante el resto de nuestras vidas". Una versión del romanticismo con aroma a hogar, a mañanas perezosas, a una taza de porcelana humeante, a café recién hecho.
Y es que, como dice Diego Galdino en las páginas de su novelita: "La cháchara del bar, desde luego, es la más poderosa medicina contra la tristeza".
Ya sabes, no te olvides de venir hasta aquí para tomarte un café y charlar. No te pido que sea el primero de la mañana ni tampoco que sea absolutamente todos los días de tu vida, pero sí que sean bastantes, para luchar contra la melancolía.
Io non parlo spagnolo, ma ci tenevo a ringraziarti per le belle parole che hai scritto riguardo il mio romanzo... :-) Un caffè per te a Roma ci sarà sempre...
ResponderEliminarDiego Galdino
Che illusione! La ringrazio molto per il tuo commento. Saremo in contatto almeno su questo blog caffè. Buona fortuna per il tuo prossimo romanzo.
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