¿Leíste en el periódico la semana pasada el caso de un hombre y una mujer, de 82 y 80 años, hallados muertos en su casa de San Blas (en Madrid)? Llevaban más de tres meses fallecidos y nadie se percató de nada. Hasta que la hermana de ella avisó a la policía porque hacía muchísimo que la mujer no contestaba al teléfono. ¡¡Qué triste!!
Y me ha venido a la mente El penúltimo sueño, de Ángela Becerra,
La novela arranca del mismo modo: encuentran a una pareja de ancianos muertos. En este caso están preparados para celebrar su boda, vestidos de novios, y en lugar de llevar más de tres meses, llevan dos o tres día fallecidos.
El libro va del amor imposible. De la imposibilidad de que dos personas de diferente capa social se unan (por mucho que se amen). Un hombre y una mujer que vivieron recordando ese amor, y que en el otoño de sus vidas se reencuentran, listos para unirse para siempre.
Historias de hijos, de hijos de los hijos, de infidelidades, de matrimonios, de desamor, del amor a la música. Y de un piano.
De cómo un chico humilde decide llegar a ser alguien, y llega. De la frivolidad, de la negación de uno mismo y de sus raíces. Pero también del despertar a la vida y a lo que verdaderamente importa. De tener un motivo para amar.
El libro va del amor imposible. De la imposibilidad de que dos personas de diferente capa social se unan (por mucho que se amen). Un hombre y una mujer que vivieron recordando ese amor, y que en el otoño de sus vidas se reencuentran, listos para unirse para siempre.
Historias de hijos, de hijos de los hijos, de infidelidades, de matrimonios, de desamor, del amor a la música. Y de un piano.
De cómo un chico humilde decide llegar a ser alguien, y llega. De la frivolidad, de la negación de uno mismo y de sus raíces. Pero también del despertar a la vida y a lo que verdaderamente importa. De tener un motivo para amar.
La novela transcurre en Barcelona y Bogotá. Y es que Ángela Becerra (instalada en la Ciudad Condal desde 1988) es colombiana y se nota: esta novela está impregnada de realismo mágico, de descripciones llenas de magia para contar episodios reales. El penúltimo sueño se alzó con el Premio Azorín de novela 2005. Y sí, se deja leer.
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